domingo, 24 de octubre de 2010

El Guardián de la Noche


Gregorio es un niño de 9 años, que vive en algún barrio del sur de Bacatá, y su aspecto es el de un niño normal. Cualquiera que lo mirara de reojo, no imaginaría quién es en realidad Gregorio, y su identidad secreta cuando se convierte en el Guardián De la Noche.

Son las diez de la noche, y hace 3 horas que Gregorio debería estar en su cama, durmiendo. Pero no está allí. Busca en el fondo de su armario, una bolsa escondida que contiene un abrigo (a falta de un buen gabán, hay que ser recursivos, ¿no?), y se lo pone.

Toma su linterna, y baja sigilosamente a la cocina, de donde agarra los guantes de su mamá, y luego, en el espejo del baño, se observa cuidadosamente. ¡Un súper héroe de identidad desconocida no puede andar con la cara descubierta!

Por lo tanto, decide llevar a cabo una operación peligrosísima, pero él, como súper héroe, está acostumbrado a este tipo de riesgos. Así que entra silencioso al cuarto de su hermano mayor, y toma una de sus bufandas, con la cual se cubre el rostro.

Listo para la aventura, el Guardián de la Noche alista su fiel lazo (que tomó prestado de las herramientas de su papá), y sube a la terraza.

Vigila. Toma nota del silencio que grita en las calles. Tanta tranquilidad en esa ciudad sólo puede significar crimen escondido. Apunta con su linterna hacia un lote vacío que queda en frente de su casa.

De pronto oye un grito. Alguien viene corriendo. El Guardián de la Noche apaga su linterna rápidamente, y se oculta tras la ropa que su mamá olvidó guardar en el día. Ve pasar a una mujer que corre apresurada, y dos hombres que la persiguen.

El Guardián de la Noche amarra su lazo a una varilla que ha quedado salida de la plancha que su papá ayudó a echar, y comienza a descender. Siente el corazón palpitar, siempre le pasa cuando se dispone a la aventura. La adrenalina corre de manera violenta por su cuerpo, y entonces se da cuenta.

Su lazo está muy gastado ya, y además lleno de cemento. Debe decidir rápidamente. La mujer puede estar en peligro, pero si algo fallara, el Guardián de la Noche podría no volver a sus andanzas y los débiles y desprevenidos transeúntes se quedarían sin quien les ayude. Además, ahora que lo pienso, esa mujer no iba gritando. Iba riéndose. Y caminaba chistoso, igual que los dos señores.

Mejor me subo de nuevo, y mañana le pregunto a mi papá si tiene un lazo más nuevo. ¿Será que soy muy cobarde para ser súper héroe? No, es el lazo. Y esta ciudad necesita un súper héroe. Yo podré tener nueve años, pero entiendo los noticieros, y no olvido los cadáveres que vi hoy al medio día.

Y así, el Guardián de la Noche se devuelve a su guarida secreta, planeando sus nuevas hazañas para el día siguiente. Al fin y al cabo, este era su primer día, y no estuvo del todo mal. Mañana devolverá los guantes, la bufanda y el lazo, y en la noche habrá grandes aventuras.

El Diablo Fu.

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