lunes, 14 de mayo de 2012

Cazando libros voladores con mi papá.

Todos saben que los libros en su estado natural y salvaje vuelan, y en las bibliotecas y librerías los enseñan a quedarse quietitos en un solo lugar. Pero como yo soy muy desordenado, malacostumbré a mis libros, porque no tenían un mueble donde descansar.

Libros aleteando por todas partes, volando sobre mi cabeza, aterrizando donde querían, algunos hasta se escapaban, y así poco a poco me iba quedando sin algunos títulos maravillosos, como el libro “Las cosas de la casa”, de Celso Román, que se fue volando una mañana con unas palomas que había en los cables de la luz.

Por eso cuando mi papá tuvo por fin un día libre, y pudo compartir conmigo un rato, se enojó al ver el desorden de libros en mi cuarto.

-Esto es grave, tenemos que hacer algo con esos inquietos libros.

Encontramos un viejo mueble en el cuarto de chécheres de mi papá, y aunque él quería comprarme uno, yo preferí que arregláramos ese, y lo pintáramos para que quedara como nuevo. Así lo hicimos, y quedó un estante muy bonito, que no es tan fino como el de las bibliotecas o los que venden en las tiendas, pero lo prefiero porque esos muebles nuevos no los hice con mi papá.

Ahora venía el problema mayor: atrapar los libros que, al ver su nuevo lugar para dormir, pensaron que era una prisión, y se alborotaron por todo el cuarto tratando de escapar.

-¡Rápido, cierra la puerta!- gritó mi papá, y yo lo hice inmediatamente.

Los libros se estrellaban contra la ventana buscando una ruta de escape, y el libro de “El Señor de los anillos”, que era muy guerrero, golpeaba a mi papá en la cabeza.

-¿Qué les pasa?- pregunté asustado.

-¡Temen que, al dejarlos en el estante, nadie los vuelva a leer nunca, y se queden allí encerrados para siempre! ¡Necesitamos una red, o algo así para atraparlos!

Entonces tomé una cobija de mi cama, y se la lancé a varios libros que correteaban hacia el resquicio que había entre el piso y la puerta. Fue a tiempo: los libros quedaron atrapados en la cobija que envolví y llevé al lado del estante. Mi papá tomó otra cobija, y los dos nos pusimos a atrapar libros.

De pronto vimos algo que nos asombró: el libro “La Odisea” guiaba a los demás libros hacia el estante, y se fueron organizando por temas, tal como queríamos hacerlo nosotros.  

-Acá pasa algo raro, ese libro es muy inteligente- dijo mi papá, y con cuidado salió del cuarto con algo escondido entre los brazos- Abre la puerta cuando yo te diga.

Mi papá cerró la puerta, mientras que los libros se habían acabado de organizar en el estante que habíamos fabricado. Mi papá dió la señal: abrí, y todos los libros se echaron hacia la puerta con tal fuerza, que tuve que agacharme para que no me golpearan.

¡Mis libros, pensé, los perderé todos! Pero mi papá los había atrapado con la última sábana que quedaba, y así los tuvimos a todos por fin.

Entonces hicimos una reunión: mi papá, los libros y yo. Les explicamos que no los dejaríamos de leer, sino que al contrario los usaríamos más, porque yo no puedo vivir sin leer las maravillosas historias que ellos me cuentan.

Llegamos a un trato con los libros: en el día, ellos se organizan en el estante para que yo los pueda leer, y cuando duermo, vuelan por todo el cuarto, para no perder la práctica.

Ahora mi papá llega un poco más temprano todas las noches, y juntos leemos un libro antes de dormir. Hay que decir que, cuando el libro “Las cosas de la casa” supo esta historia, volvió volando. Y yo no olvidaré esa tarde nunca, porque desde entonces disfruto aún más mis libros con mi papá, al que ahora veo más seguido.

viernes, 4 de mayo de 2012

¿Qué es al fin una sonrisa?

Yo tengo una gotera en mi boca
y no de babas como muchos creen,
las sonrisas se me escapan
como gotas de la lluvia,
y no quiero que pare de llover...

¿Y qué es al fin una sonrisa
sino un amanecer?
El sol que se asoma tras tus
labios de papel

¿Y qué es al fin una sonrisa
sino un ave cantor?
Una nota silenciosa que sólo
escucha el corazón

Hoy siento muchas ganas de reir
y creo que ni siquiera sé por qué.
será porque estoy vivo,
será porque me quieren,
será el sereno, yo no sé por qué.

¿Y qué es al fin una sonrisa?
una caja de cartón
donde todo es del tamaño
de mi imaginación

¿Y qué es al fin una sonrisa?
un espejo, ¿Qué si no?
un reflejo de la vida
que mamá me regaló.