lunes, 29 de noviembre de 2010

Pepo.



Pepo se acerca a Johanna, a pesar de que ella está con Luís.
Hoy te traje la lluvia, dice Pepo. Se moja la punta de su dedo índice con saliva, y toca el suelo. Entonces, unas cuantas nubecillas invaden el soleado cielo, y una suave lluvia comienza a caer en el patio del colegio.
Pero usted no sabe pegarle al balón, dice Johanna, mirando de reojo a Luís.
Pepo quita el dedo del suelo y deja de llover, mientras mira asombrado a Johanna.
Anoche baje la luna de su cuerdita, y la puse al lado de tu ventana para que no tuvieras miedo a la oscuridad, objeta Pepo, mientras saca de su morral el disco plateado que en las noches deja salir a pasear, para enseñárselo a ella.
Pero no sabes bailar, argumenta Johanna, acercándose a Luís.
Mañana iba a poner estrellas a brillar en medio del día, ¡pero lo haré hoy si quieres!, dice Pepo, sacando del bolsillo un montón de boronitas brillantes, que lanza al aire, y quedan flotando en el firmamento.
Si, dice Johanna de manera fría, y dándole la espalda a Pepo, pero nunca, nunca podrás ser alto, y fuerte, y bien parecido como lo es Luís. Tu eres gordo, pequeño, y muy feo, y ni tu lluvia, ni tu luna, ni tus estrellas van a cambiar eso.
Pepo se come sus estrellas, empaca su luna, seca su dedo, y se va caminando, todo gordo, bajito y feo, a algún lugar donde todo eso quepa, probablemente el basurero del colegio, pero no en el bote de reciclaje.

El Diablo Fu.

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