En mi armario están dormidos
un zapato y su hermano.
De mis pies son los vestidos,
de cartón y muy ancianos.
¡Están feos! Yo les digo.
Ellos dicen: ¡Feo tú!
Tenemos todos los servicios:
Agua, aire y hasta luz.
Por ventanas se asoman
de diez dedos un par.
¡Buenos días, compañero!
¡Buenos días! ¿Cómo están?
Díganme, viejos zapatos:
¿A dónde iremos hoy?
¿A caso ustedes saben?
Tampoco lo sé yo...
Díganme, feos zapatos:
¿Saben solos caminar?
Hagamos una apuesta,
gana el que más pueda andar.
Mis zapatos ya se han ido,
caminando solos van.
y descalzo yo los sigo,
y descalzo voy detrás.
¡Ay! Zapatos condenados,
yo me siento a descansar,
y cuando alzo la mirada,
no los veo, lejos van.
Ahora en medio del camino,
sin zapatos, pasos doy.
¡Cómo duelen los piecitos!
¡Qué solito yo estoy!
¡Pero allí vienen corriendo!
A mi encuentro vienen ya.
Y aunque viejos y con huecos,
ya me los voy a calzar.
¡Ojalá, mis zapaticos!
Ojalá me duren más.
Si hasta aquí ya caminamos,
¿Cuánto más vamos a andar?
Feos, viejos, sucios, rotos,
mis zapatos así son.
Pero, ¡Ay!, así yo quiero
a mis zapatos de cartón.
El Diablo Fu
No hay comentarios:
Publicar un comentario