sábado, 30 de julio de 2011

Los sueños frustrados del sol.


-El sol siempre ha soñado con contar las estrellas.

-El sol siempre ha querido conocer la noche, y cuando tiene la oportunidad de verla (en el eclipse), la luna lo tapa y no lo deja ver.

-El sol siempre ha deseado sentarse a ver un atardecer.

-El sol también quiere ver el amanecer, dando un gran salto.

-El sol mira al océano desde arriba, y quisiera darse un baño.

-Cuando el sol ve una playa, le gustaría acostarse allí para broncearse.

-El sol siempre ha querido tener sombra.

El Diablo Fu.


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martes, 12 de julio de 2011

El vendedor de huecos.


-Y el pueblo más feliz del país, según la más reciente encuesta que ha hecho nuestro canal, es Valle Volcán- dijo una alegre presentadora en el noticiero de la noche.

Lo más curioso era que la gente no sabía que era feliz hasta que lo vieron por televisión. Y cuando lo vieron, olvidaron que tenían hambre, que sus casas estaban cayéndose, o que había mucha inseguridad.

Sólo un hombre no lo olvidó, porque en ese preciso instante no estaba viendo la tele, sino tratando de vender cosas en la calle para tener algo que comer y un lugar donde dormir esa noche. Se llamaba Claudio, y cuando le contaron que vivía en el pueblo más feliz, no lo creyó.

Sin embargo el alcalde del pueblo quería que el pueblo se mantuviera así, y por eso decidió contratar a don Claudio para que vendiera huecos en un lote que él mismo le asignaría, y donde don Claudio podría vivir.

Desde entonces a don Claudio no le faltó la comida, ni un lugar donde vivir. La gente iba feliz a don Claudio, compraba un hueco a buen precio, y allí guardaba todos los gritos que quería. Luego salían con sonrisas extrañas en sus caras, y los gritos quedaban enterrados al tapar los huecos.

El único que no usaba los huecos era el mismo don Claudio, porque como no creía que ese fuera el pueblo más feliz del país, no quería guardar sus gritos.

Pero algo no dejó dormir a don Claudio en paz. Y es que en la pequeña casita se escuchaban de noche susurros que salían de la tierra, que inquietaban a don Claudio.

De día se le veía muy cansado, y de todo el pueblo sonriente, él era el único que lucía triste. Preocupado, el alcalde habló con él.

-Si usted sigue así, no podremos mantener el título del pueblo más feliz de Colombia. Necesitamos que todos estén felices, nada puede cuestionar nuestra felicidad.

-Señor alcalde, ¿Qué más quisiera yo? Pero es imposible dormir custodiando esos huecos.

-No sé, pero necesito que me solucione ese problema pronto.

Una noche, desesperado de oír todos los susurros de todos los huecos de todos los gritos de todo el pueblo, don Claudio se levantó de su cama, y corrió hacia el cementerio de gritos. Cavó rápidamente un hueco, y se inclinó sobre él, lanzando un grito estremecedor:

-¡El pueblo entero está gritándome al oído!

El lote, lleno de gritos, no aguantó uno más, y un temblor extraño, con un sonido grave, estremeció a todo el pueblo. La casita en la que vivía don Claudio voló en pedazos junto con la tierra, y los gritos se dejaron escuchar en la mitad de la noche hasta al otro lado de la tierra.

La gente salió de sus casas sin sonrisas extrañas, asustados en primer momento por el ruido. Luego, al reconocer los gritos que habían enterrado, y que volaban por las calles del pueblo, lloraron. Y por último, cada quién agarró sus gritos propios, y al ponerlos de nuevo en sus gargantas, sonrisas sinceras aparecieron, sonrisas que también gritaban: no somos el pueblo más feliz, gritamos porque queremos serlo.

El Diablo Fu.